La luz azul es una parte del espectro visible que proviene tanto de fuentes naturales, como el Sol, como de fuentes artificiales, entre ellas las pantallas de celulares, computadoras y televisores. Aunque es parte de la luz del día que nos ayuda a estar alerta, la exposición a esta luz por la noche puede confundir a nuestro cerebro y afectar nuestra capacidad para dormir.

La luz roja se encuentra en el extremo opuesto del espectro visible. A diferencia de la luz azul, la luz roja no interfiere con la producción de melatonina, la hormona clave del sueño. Exponerte a luz roja, como la que emiten nuestros lentes, ayuda a tu cuerpo a relajarse y a prepararse para un descanso nocturno profundo y reparador.

El ciclo circadiano es el reloj interno de 24 horas de tu cuerpo que regula los procesos biológicos, incluyendo el sueño y la vigilia. La luz es el principal factor que lo sincroniza. La exposición a la luz azul por la noche desequilibra este reloj, mientras que el uso de nuestros lentes ayuda a restablecer su ritmo natural, permitiendo una transición suave hacia el sueño.